Cuando el amor llegó a su vida, ella era una estudiante de universidad, pero sin llegar a ser una profesional decidió caminar hacia el altar, para unir su vida al hombre que le prometió respeto, amor y fidelidad.
Todos los días era lo mismo, atender a la familia era su prioridad, levantarse en la madrugada era su rutina para iniciar las labores del hogar. Mientras tanto, sus hijos dormían y su marido no dejaba de roncar, a su trabajo él entraba tarde y podía dormir mucho más. En casa nadie la ayudaba y con todo ella tenia que lidiar: Lavar, barrer, trapear y la comida a diario cocinar, hacer las compras del supermercado y las cuentas cumplidamente pagar. Dos veces a la semana planchaba, para la ropa no dejar acumular y en las tardes junto a sus hijos se sentaba, para ayudarlos con la tarea escolar.
Pero cuando su marido llegaba del trabajo, la recriminaba por no trabajar porque el dinero no les alcanzaba para pagar la renta, el colegio y todo lo demás. Ella simplemente aguantaba y con resignación prefería callar, para evitar que sus pequeños escucharan y se empezaran a preocupar. Sin ninguna remuneración ni descanso, ella trabajaba sin parar, para que el hombre tuviera su comida lista cuando llegara en las noches de laborar, o lavar y planchar su ropa para que luciera impecable en cualquier lugar, o tener la casa limpia y agradable para que pudiera descansar en paz, o cumplir con sus deberes de esposa, sin ningún derecho a protestar. Todos los días era lo mismo y su marido no la dejaba de humillar, de tirar la ropa sucia en las esquinas y con los zapatos sucios caminar, comer y dejar los platos tirados y las botellas de cerveza en cualquier lugar. Todos los días era lo mismo y para ella no había final.
A los maridos desconsiderados y machistas, los invito entonces a reflexionar y a todos los que piensan que las amas de casa no hacen nada, ni aportan a la sociedad. Les ofrezco esta oportunidad, si es que les interesa aplicar y postularse a un trabajo sin salario, sin vacaciones y con 24 horas de disponibilidad. Además, no hay prima, ni pensión, ni cesantías que acumular y de las felicitaciones también… se pueden olvidar. Tampoco habrá un asistente, que les pueda colaborar y mucho menos compañeros de trabajo, para compartir y saludar. ¡Si aceptan las condiciones, ya los quiero ver trabajar!
FIN
Reflexión
Las funciones de un ama de casa no son fáciles y muchas mujeres en el mundo, profesionales o no profesionales, son desvalorizadas y criticadas por permanecer en sus casas cumpliendo a cabalidad con la educación de sus hijos y las labores del hogar. Muchos dicen que los tiempos han cambiado, y tienen toda la razón, pues hoy en día la mujer debe compaginar el trabajo remunerado con las actividades del hogar, situación que se ha empeorado durante esta pandemia y que se ha convertido en una doble carga para ella. Sin embargo, no puedo negar que, aunque existen hombres que ayudan... por cierto, mis sinceras felicitaciones a todos ellos, también están los desconsiderados y machistas, que se convierten en el lamentable yugo que azota y reprime. Todos estos aspectos conllevan a la mujer a sufrir de la ansiedad del ama de casa, una patología que se manifiesta a través de una serie de trastornos físicos y psíquicos que abarcan desde la migraña o la inapetencia sexual hasta la depresión, ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el alcoholismo y ciertos malestares físicos como dolores musculares, mareos, alteraciones del sueño, náuseas y problemas digestivos, entre otros. Durante décadas, el trabajo de ama de casa ha sido una labor no reconocida socialmente, a pesar de ser un rol que conlleva una elevada carga laboral, sin ningún tipo de remuneración y mucho menos alguna muestra de consideración.